Madre
eres como una gota de rocío sobre las flores de un jardín primaveral, eres pura
bella y transparente; eres la primera luz que vio mis ojos, tus manos tiernas
me enseñaron el camino de la vida y tu
corazón me enseñó a mantener el amor como una antorcha encendida, ella ilumina la oscuridad de la noche; tu voz suave
parece una tierna melodía que nunca
quisiera dejar de escuchar.
Cuantas veces en la soledad pronuncié tu
nombre y al hacerlo, todo mi ser se irradiaba con esa energía que me dio fortaleza, recordando
cuando era niña, cuando me protegías con tus brazos y acariciabas mis cabellos,
finalmente cerrabas mis ojos con tus tiernas manos quedándome dormida en tu
regazo. Como quisiera que el tiempo retrocediera y siguiese aún infante.
AUTORA: María R.
Cigüeñas Linares
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